domingo, 31 de octubre de 2010

LA PATRÍSTICA

LA PATRÍSTICA
LA BUENE NUEVA
En el mundo helenístico-romano, donde la inquietud religiosa ere cada vez más viva y general, la “buena nueva” anunciada por jesucrísto y predicada por sus discípulos incluso en Grecia y Roma se había propagado velozmente en la segunda mitad del siglo I.
La fuerza particular del cristianismo consistía en que ese anhelo respondía no invitando a participar en nuevos y arcanos ritos para ganar casi por obra de magia la supervivencia o la salvación del alma individual, sino más bien apelando a sentimientos súper individuales como la fraternidad, la caridad y el amor ilimitado por el prójimo.
Se trata de una renovación íntima y espiritual, que deberá verificarse gradualmente en la conciencia de los hombres a medida que éstos rompen las ataduras terrestres para crearse otras basadas en el amor.
Jesús ha iluminado a los hombres en el sentido de que les ha mostrado la senda de la verdadera vida, que es la vida según el espíritu.
LA EDUCACIÓN DEL CRISTIANISMO.
La “buena nueva” se proponía pues realizar un específico ideal pedagógico: formar al hombre nuevo y espiritual, al miembro del reino de dios. Esta acción educativa fundad directamente sobre los evangelios se dirigía sobre todo a los adultos, la educación precedía al acto del bautismo, que era la forma de iniciación cristiana.
La instrucción duraba dos o tres años y se enseñaba la historia sagrada del antiguo testamento. Las escuelas catecúmenos disminuyen al disminuir la cantidad de adultos. Esta educación del catecúmeno era estrictamente religiosa. Como todas les religiones basadas en determinada revelación escrita, exige que se conozca la “la palabra de dios”, contenida en los textos sacros.
Las escuelas de cultura y religión son asimismo las escuelas cenobíticas que se desarrollaron en los monasterios, sobre todo al desintegrarse el sitema escolástico clásico en buena parte de occidente. En el siglo IV, con la constitución de la Orden de los benedictinos nacerá la primera gran orden monástica de la edad media. Cuando los conventos empezaron a acoger también niños y jovencitos destinados a la vida monástica, se hizo necesaria una institución escolar en toda la extensión de la palabra (escuelas monásticas o conventuales).
LA PATRÍSTICA: PRIMER PERIODO.
El cristianismo no hubiera podido afirmarse frente a las más altas manifestaciones filosóficas de la cultura pagana si, además de la puara labor de proselitismo, no hubiese realizado también una obra de consolidación doctrinal. En un principio esta elaboración doctrinal-filosófica se efectúa en auténticas escuelas de catequesis superior.
El cristianismo se propuso entonces afirmar su continuidad con la filosofía griega. Justificó esa continuidad con la unidad de la razón que dios ha creado. En el primer periodo de la patrística. Son los padres de la iglesia los escritores cristianos de la antigüedad.
La filosofía cristiana nace en el siglo II con los padres apologetas que escriben en defensa del cristianismo. El mayor entre los padres apologetas es Justino, quedando de él un Diálogo con Trifón Judío y dos apologías. Otros padres, como Ireneo e Hipólito (siglo II), polemizan contra sectas aberrantes como la de los gnósticos. La patrística hará prevalecer la teoría de que el mal del mundo no deriva de la acción creadora de Dios, sino de la materia de que el mundo se compone.
En el siglo II nos encontramos con la defensa de la materia como única realidad existente; por Tertuliano, para quien, todo lo que existe es corpóreo y lo que no es corpóreo no existe. A éste se le atribuye el dicho Credo quia absurdum, que está referido a que: La filosofía es inútil y los filósofos son “los patriarcas de los herejes”. Los otros apologetas latinos no plantean con tanta violencia la antítesis entre la fe cristiana y la filosofía pagana.
LA PATRÍSTICA EN LOS SIGLOS III y IV.
El periodo de 200 a 450, aproximadamente, es decisivo para la construcción del edificio doctrinal del cristianismo. A esta intensa actividad contribuyeron la escuela de Cesarea, fundada por Orígenes en Palestina, y que llegó a ser la sede de la biblioteca más rica de toda la antigüedad cristiana.
Los adversarios de Orígenes le reprocharon sobre todo el haber subordinado el hijo al padre; La doctrina aprobada en Nicea fue defendida por tres lumbreras de Capadocia: San Basilio el Grande, San Gregorio Nazianceno y San Gregorio de Nisa. Frente al materialismo de Tertuliano, Gregorio de Nisa tiende hacia un inmaterialismo radical.
LA EDUCACIÓN EN EL PERIODO PATRÍSTICO.
La actitud de los padres de la iglesia frente a la educación y al contenido dado a ésta por la cultura clásica, es coherente con las ideas que hemos expuesto hasta aquí. Buena parte de la aversión de los padres latinos por las disciplinas clásicas es superada en la obra de San Agustín, quien por el contrario defiende las principales disciplinas tradicionales. Las artes liberales consideradas son: gramática, retórica, lógica, aritmética, geometría, astronomía, música, arquitectura y medicina.
Mariano capello reduce a siete las artes liberales; eliminando medicina y arquitectura, para él las artes liberales son aquellas que podrían ser propias de una inteligencia pura. La obra de Capello quedó como uno de los textos básicos de la instrucción medieval.
En el siglo VII empieza el periodo más oscuro de la historia medieval.la cultura se mantiene viva apenas en uno que otro solitario erudito.
EL LUGAR DE SAN AGUSTÍN EN LA PATRÍSTICA.
Ocupa un lugar especial en la patrística es la figura central, es uno de los principales pensadores de la humanidad. San Agustín aborda los problemas: Dios uno y trino, del mal y el de nuestro destino de salvación o perdición.
VIDA Y OBRA.
Los primeros escritos de San Agustín, son los compuestos en Cassiciaco: contra académicos, de la beatitud, del de orden, soliloquios. En Roma, mientras esperaba la partida para el África, escribió De la grandeza de alma. Se hizo catecúmeno, después deja la enseñanza se dedica a sus primeras obras, posteriormente en si tierra se dedica a defender al cristianismo. Desde el 387, su actividad es incesante y en el 430 fallece.
Al finalizar su vida, en 427, echó con las retractaciones una mirada retrospectiva a toda su obra literaria, corrigiendo los errores y las imperfecciones dogmáticas.
DIOS Y EL ALMA.
Al empezar los soliloquios, una de sus primeras obras, San Agustín declara: “Quiero saber de dios y del alma. ¿Y nada más? Nada más, en absoluto”. Y tales son realmente los términos hacía los cuales dirige, desde el principio hasta el fin, su búsqueda. Al mundo de la naturaleza San Agustín volvió la atención sólo ocasionalmente y a propósito de problemas concernientes a la naturaleza de dios y del alma.
El hombre no podría dudar si no tuviese en sí la verdad, que la misma duda le revela y confirma. Y la verdad es dios. De ahí la famosa admonción de San Agustín: “No salgas de ti, vuelve a ti mismo, en el interior del hombre habita la verdad; y si encuentras mudable tu naturaleza, trasciéndete también a ti mismo”.
Así como el juez humano puede juzgarlo todo menos la ley misma sobre la base de la cual juzga, así la razón, que todo lo juzga, no puede juzgar la verdad que es la ley de todos y cada uno de sus juicios.
EL HOMBRE.
Por su misma naturaleza el hombre está ligado a Dios. Dice San Agustín: si fuéramos animales podríamos amar sólo la vida carnal; si fuéramos árboles podríamos amar sólo lo que no tiene movimiento ni sensibilidad. Pero somos de sus hombres creados a imagen de dios y por lo tanto podemos amar la verdadera eternidad, la eterna verdad, el eterno y verdadero amor.
San Agustín afirmaba, por el contrario, que, con Adán y en Adán, la humanidad entera habría pecado convirtiéndose en una sola.
EL MUNDO Y EL TIEMPO.
San Agustín aborda los problemas del mundo natural a propósito de la creación. En cuanto es el ser, Dios es el fundamento de todo lo que es. Por su mutabilidad el mundo demuestra que no es el ser: ha tenido que ser creado todo a través de su verbo que es el logos o Hijo y contiene en sí las ideas o razones inmutables de las cosas.
Algunos padres de la iglesia, por ejemplo, Orígenes, consideraban la creación del mundo como eterna, pues de lo contrario implicaría una mudanza de la voluntad divina. La eternidad está más allá del tiempo y es la vida divina misma en cuanto es siempre, inmutablemente, igual a sí misma.
LA EDUCACIÓN DE SAN AGUSTÍN.
Desde un cierto punto de vista, la filosofía entera de San Agustín es una filosofía educativa. Dudar y resolver las dudas, iluminar la fe con la razón y la razón con la fe. En la educación en este sentido el verdadero y único maestro es la verdad, o sea dios. El saber no pasa del maestro al discípulo como si éste aprendiera lo que antes ignoraba; la verdad se halla presente por igual tanto en el alma del discípulo como en la del maestro.
En del orden, San Agustín, las disciplinas que examina son: la gramática, la dialéctica, la retórica, la música, la aritmética, la geometría y la astronomía. Este currículum, que luego culminará en el estudio de problemas teológicos y filosóficos, es considerado por San Agustín como un proceso de purificación y formación merced al cual el alma se hace capaz de captar la unidad divina del mundo y el trasmundo.
Y casi podría decirse que quien enseña aprende, que “quienes escuchan casi hablan en nosotros, y que en cierto modo nosotros aprendemos en ellos lo que les enseñamos”: verdad educativa altísima, válida para cualquier enseñamiento digno del nombre.
LA EDUCACIÓN EN LA EDAD MEDIA Y LA ALTA ESOLÁSTICA
LA CULTURA EN LOS PRIMEROS SIGLOS.
En los siglos VII y VIII se produce una gran discontinuación en la actividad cultural de Occidente, quedando reducida casi a cero, rescatando solo algunos elementos que más adelante alimentaran su resurgimiento. Ni siquiera en el más oscuro de los periodos precedentes dejó de haber centros de cultura, sobre todo en las ciudades Italianas.
La existencia de escuelas, sobre todo de gramática, retórica, leyes y medicina en algunas de las principales ciudades Italianas, a partir del siglo VIII, está fuera de toda duda.
En el resto de Europa la cultura empezó a florecer sólo bajo la influencia de Carlomagno, cuyo móvil principal era procurarse un número de funcionarios laicos y eclesiásticos suficientes para administrar el imperio.
En Inglaterra, en la segunda mitad del siglo IX, el rey Alfredo el Grande realizaba una obra similar.
Por último, es de recordar que uno de los más grandes centros de la cultura medieval fue la corte del rey Federico II de Sicilia, en la que floreció la primera escuela Italiana de poesía.
LAS ESCUELAS DE LA EDAD MEDIA.
Esta obra de reconstrucción cultural fue realizada casi exclusivamente por el clero. Los siglos VI y VII poco o nada habían dejado subsistir de las instituciones escolásticas laicas. De ese modo se constituyeron escuelas en las instituciones religiosas, al amparo de los monasterios, las parroquias y las catedrales, en las parroquias se daba la educación elemental, en los monasterios y las catedrales daban también instrucción media y superior.
Como se ha dicho, la instrucción superior se ofrecía en las escuelas de los monasterios y las catedrales, en las escuelas catedralicias se empezaron a extender diplomas de estudios que facultaban para enseñar en el área de la diócesis.
EL FEUDALISMO Y LA EDUCACIÓN CABALLERESCA.
Sólo una minoría de clérigos frecuentaba las escuelas medievales, pero no por eso puede decirse que el resto de la población quedase sin educar, si bien es cierto que era casi analfabeta. Cada sociedad desarrolla las formas educativas que necesita.
En lo tocante a la sociedad de los señores y caballeros, se desarrolló formas de tirocinio para la profesión de las armas y reglas de vida “cortés” que se organizaron para constituir la típica educación “caballeresca”.
El sistema llega a su culminación en el periodo que va de la decadencia carolingia al renacimiento de la vida urbana en las nuevas formas comunales.
Nace de ese modo la caballería, que en un principio no es más que una chusma.
De ésta forma se acaba por establecer una especie de iniciación preliminar para todos aquellos que desean ser armados caballeros. La educación caballeresca no requiere conocimientos literarios, ni siquiera el aprendizaje del alfabeto.
LAS UNIVERSIDADES Y LAS ESCUELAS COMUNALES.
Las escuelas catedralicias dieron origen a la más importante institución cultural de la edad media, la Universidad, esa tenía por objeto proteger a los profesores contra el canciller o quien fuera que intentara ejercer sobre ellos un excesivo dominio.
Las escuelas comunales, que se distinguían por no estar vinculadas al dominio eclesiástico y en la cuales, aparte de la cultura se enseñaba el cálculo, contabilidad y otras materias. En su evolución y decadencia esas escuelas siguieron la misma parábola recorrida por la institución comunal misma.
LA ALTA ESCOLÁSTICA.
En los frecuentes decretos con que las autoridades medievales prescribían o autorizaban la apertura de una escuela se dice con frecuencia que tales escuelas debían servir principalmente para el mejor entendimiento de la fe cristiana, siendo esta la filosofía de estas escuelas y por eso se le denomina escolástica.
El problema fundamental de la escolástica es llevar al hombre a la inteligencia de las verdades reveladas, cuyo fin exclusivo es hacerla inteligible al hombre. La escolástica no se propone pues formular ex novo doctrinas y conceptos. No se trata de encontrar la verdad, dada ya en la revelación, sino solo de entenderla.
La escolástica carece totalmente del sentido de la historicidad: se apropia de doctrinas y conceptos pertenecientes a sistemas muy heterogéneos. Dado que el problema de la escolástica es el de poner al hombre en condiciones de entender la verdad revelada, es decir, de conciliar fe y razón, se pueden distinguir varios periodos que son:
La alta escolástica, que va de mediados del siglo IX hasta fines del siglo XII. En este periodo fe y razón se consideran en perfecta armonía.
El florecimiento de la escolástica, o sea, la época de los grandes sistemas escolásticos.
La disolución de la escolástica, que va desde los primeros decenios del siglo XIV hasta el renacimiento se caracteriza por admitir que hay contraste entre fe y razón.
JUAN ESCOTO ERIGENA.
Como se ha dicho, la época de Carlomagno marca el primer florecimiento de la cultura en Europa Occidental. Juan escoto, llamado así por su país natal, Erín Irlanda. Como traductor del Seudo-Dionisio contribuyó mucho a definir el pensamiento neoplatónico en toda la escolástica posterior.
Es lícito preguntarse si esa doctrina de Erigena, que afirma la sustancial unidad del mundo y de Dios, no es un panteísmo radical, según Escoto el mundo es idéntico a Dios, pero Dios no es idéntico al mundo.
DIALÉTICOS Y ANTIDIALÉCTICOS.
La disolución del imperio Carolingo paralizó casi todo en el siglo X la recuperación intelectual de occidente se reanuda al establecerse con Otón el grande la unidad del imperio.
Grerberto de Aurillac, que en el año 999 ascendió al trono papal con el nombre de Silvestre II y murió en 1003. Gerberto, cultivó todas las ciencias pero sobre todo la mecánica y la matemática.
Nace la primera y auténtica escolástica, dominada por la polémica entre dialécticos y antidialécticos, los primeros confían en la razón para entender la verdad de la fe y los segundos apelan a la autoridad de los santos y profetas, limitando la tarea de la filosofía a la defensa de las doctrinas reveladas.
SAN ANSELMO.
Esta pugna entre fe y razón no tuvo sin embargo fortuna en la filosofía medieval, que prefirió atenerse constantemente al principio de su posible armonía. La figura más importante de éste periodo, San Anselmo, no considera posible una oposición entre ésta y la razón. Su lema es Credo ut intelligam: no se puede entender nada si no se tiene fe, pero es necesario confirmar y demostrar la fe con argumentos racionales.
La especulación de San Anselmo tiene como inspiración la fuente de San Agustín, por consiguiente no abordó deliberadamente cuestiones pedagógicas, pero en el periodo en que fue obispo de Bec, en Normandía, expresó su desaprobación por los métodos de mortificación física y espiritual que se empleaban por entonces en las escuelas: no crece un árbol entre estrechos muros, observa. Y en esto se inspira también el pensamiento de San Agustín, refiriéndose al vínculo de amor que debe unir al docente con los dicípulos.

LITERATURA.
ABBAGNANNO N. y Visalberhi A. Historia de la pedagogía. México, FCE, 1995, pp. 133-161.

No hay comentarios:

Publicar un comentario